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Extrema izquierda se impone en primaria oficialista: Jeannette Jara logra victoria comunista en medio de baja participación y preocupación ciudadana por su agenda ideológica de manipulación y miseria

Ilustración Jeanette Jara celebrando Imagen generada con IA. Click para ampliar T
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En una jornada marcada por la baja participación electoral, Jeannette Jara, exministra del Trabajo y militante comunista, se impuso con holgura en las primarias presidenciales del oficialismo, transformándose en la carta única del sector de cara a la elección de noviembre. Su victoria tensiona al oficialismo, instala al Partido Comunista por primera vez como protagonista en una contienda presidencial y profundiza las divisiones en la centroizquierda, especialmente con el Socialismo Democrático.

Puntos Claves:

  • Triunfo histórico del PC en primarias oficiales: Jeannette Jara, abanderada del Partido Comunista (PC) y Acción Humanista, ganó las primarias del pacto Unidad por Chile con un 60,16% de los votos (825.716), superando ampliamente a Carolina Tohá (28,07%), Gonzalo Winter (9,02%) y Jaime Mulet (2,74%). Esta es la primera vez que el PC liderará una candidatura presidencial del oficialismo con apoyo de La Moneda y toda su coalición.
  • Participación históricamente baja: Solo votaron 1.372.513 personas, menos del 10% del padrón. La cifra representa una baja de cerca de 400 mil votos respecto a las primarias de 2021, lo que instala serias dudas sobre el respaldo ciudadano al proceso y refuerza el favoritismo de las derechas para la elección del 16 de noviembre.
  • Derrota devastadora para el Socialismo Democrático: Carolina Tohá, exministra y figura del PPD, sufrió una caída estrepitosa. Obtuvo poco más de 385 mil votos, quedando muy por debajo de Jara. La aplastante diferencia refleja una fractura en la coalición y deja al Socialismo Democrático sin liderazgo visible.
  • El PC gana, pero sin mostrar sus símbolos: El comando de Jara optó por un diseño de campaña alejado de las banderas rojas y de los íconos tradicionales del PC. Sin la hoz ni el martillo a la vista, se instaló una estrategia moderada y pragmática que buscó captar votos desde la centroizquierda y sectores indecisos. Esta táctica le permitió acercarse a empresarios y exmilitantes de la Democracia Cristiana, generando críticas internas por diluir la identidad comunista, como la eventual ofuscación de la verdadera naturaleza de la candidatura.
  • Distancia con la dirigencia PC y tensión con Carmona: A pesar de su victoria, Jara mantiene una relación tensa con la cúpula comunista, en especial con Lautaro Carmona. El presidente del PC resistió su candidatura hasta el final, promovió un discurso ideologizado y puso sobre la mesa temas divisivos como Cuba y una nueva Constitución. Mientras Jara apostaba por la moderación, Carmona insistía en radicalizar el discurso.
  • Promesas sin detalles y cuestionamientos por falta de programa: El programa presidencial de Jara fue criticado por su vaguedad: solo siete páginas con propuestas generales. Entre ellas destacan un salario vital de $750.000, una Empresa Nacional del Litio, gratuidad universitaria del 70%, fin a las AFP, fortalecimiento policial en zonas vulnerables y mejoras en salud pública. No se explicita cómo se financiarán estas medidas ni se entregan marcos regulatorios detallados.
  • El peso de su pasado comunista y el fantasma del anticomunismo: A pesar de los intentos por matizar su imagen, su militancia comunista genera incomodidad incluso dentro del oficialismo. Diversos dirigentes del PPD, PS y DC han advertido en privado que Jara podría convertirse en una figura polarizadora y difícil de vender al electorado de centro.
  • El liderazgo de Jara aún genera resistencias en el PC: Aunque logró una victoria aplastante, no ha logrado consolidar el apoyo unánime dentro del Partido Comunista. Desde el “jarismo” acusan a Carmona y a Juan Andrés Lagos de haber intentado boicotear su candidatura. Su cercanía con figuras como Marcos Barraza, Camila Vallejo y Karol Cariola, representa a la nueva generación del PC, supuestamente menos doctrinaria y más dialogante, pero todavía bajo observación del sector más ortodoxo del partido.
  • Una candidata que reniega de su partido para ganar votos: Militante comunista desde los 14 años, Jeannette Jara ha marcado distancia con la directiva del PC en temas sensibles como la defensa al régimen cubano o el impulso de una nueva Constitución. En plena campaña, Carmona planteó públicamente que esperaba que ella encabezara un nuevo proceso constituyente, a lo que Jara y otros sectores del oficialismo respondieron con aparente rechazo.
  • Estilo populista y apelación a lo “popular”: Jara ha construido su imagen pública sobre su origen en la población El Cortijo de Conchalí, su condición de “no élite” y su cercanía con la gente común. En redes sociales destacó su afición por los asados, la cumbia y el café instantáneo, en contraste con la estética intelectual de figuras como Carolina Tohá. Este estilo populista ha sido exitoso en términos de comunicación, pero ha sido cuestionado por vaciar el debate político de contenido.
  • Promesas económicas arriesgadas y poca claridad técnica: Sus planteamientos en materia económica han generado inquietud. Propone eliminar las AFP, crear una Empresa Nacional del Litio, establecer impuestos a los súper ricos y no reducir las contribuciones. Aunque insiste en mantener el techo de deuda pública en 45% del PIB, no detalla cómo financiará su ambicioso plan social sin afectar la estabilidad fiscal.
  • La contradicción del “liderazgo comunista moderado”: La candidatura de Jara es, a la vez, un proyecto del Partido Comunista y una estrategia para ocultar al PC. Esa ambigüedad genera suspicacia tanto en el electorado de centro como en la propia izquierda. Su cercanía con el empresariado y los acuerdos con la derecha para la reforma de pensiones la han alejado de sectores más ideologizados del partido, donde incluso ha sido calificada como “socialdemócrata” aunque esto entra en contradicción con su propuesta de eliminar las AFP.
  • Un oficialismo frágil y dividido: A pesar de los gestos públicos de unidad tras la victoria, La Moneda y el oficialismo enfrentan una crisis profunda. La militancia de Jara incomoda a varios aliados, mientras crecen los rumores sobre nuevas candidaturas desde la centroizquierda para disputar el espacio vacante dejado por la derrota de Tohá. El apoyo del Presidente Boric fue tibio, limitado a una llamada telefónica.
  • El futuro incierto de la izquierda y la incógnita de noviembre: Con dos candidatos fuertes en la derecha —Evelyn Matthei y José Antonio Kast— y una izquierda dividida, el escenario para Jara se presenta cuesta arriba. A ello se suma el bajo interés ciudadano demostrado en las primarias. Por ahora, su mayor desafío será consolidar una base de apoyo más allá del PC y evitar que los conflictos internos terminen por sabotear su propia campaña presidencial.
  • Herencia del actual gobierno: Jeannette Jara tiene la carga de provenir un gobierno que ha incumplido una cantidad importante de promesas, generado en muchos la impresión de que sus propias promesas son para simpatizar y manipular la opinión pública, siendo una estrategia para hacerse con el poder e imponer ideologías que no consiguieron instaurar en el primer proceso constituyente.

La victoria de Jeannette Jara representa un punto de inflexión para la izquierda chilena: por primera vez el Partido Comunista liderará la candidatura presidencial oficialista, pero lo hace en medio de desconfianzas, fracturas internas y con una candidata que intenta, a cada paso, desmarcarse de su propio partido. La estrategia de moderación podría abrirle espacio en el centro político, pero también desmovilizar a su base más dura.

La paradoja de su victoria es evidente: la extrema izquierda se impone, pero lo hace ocultando sus símbolos, enfrentada a su dirigencia y sin el entusiasmo que alguna vez movilizó a sus militantes. En un escenario polarizado, con la derecha creciendo sostenidamente y el centro político buscando alternativas, Jeannette Jara tendrá que demostrar que puede representar a un electorado mucho más amplio que el que votó por ella en las primarias. Su campaña recién comienza, pero el camino está lleno de obstáculos.