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“Yo le creo”: Boric defiende denuncia contra Monsalve, pero su tardío apoyo genera desconfianza

Ilustración artística satírica de Gabriel Boric haciendo una conferencia de prensa Imagen generada con IA. Click para ampliar T
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El Presidente Gabriel Boric ha respaldado a la denunciante en el caso de violación contra el exsubsecretario del Interior, Manuel Monsalve, con la afirmación: “Nuestro deber es creerle. Yo le creo”. Sin embargo, su apoyo llega tarde, en un contexto de crisis y creciente escepticismo sobre la gestión de su gobierno. Mientras Boric se esfuerza por distanciarse del escándalo, muchos critican su postura como un intento desesperado por recuperar la confianza pública, más que una muestra auténtica de empatía y liderazgo.

Puntos claves:

  • Apoyo tardío y poco convincente: La declaración de Boric, aunque contundente, llega demasiado tarde para muchos observadores, quienes señalan que el Presidente reaccionó sólo cuando el escándalo alcanzó proporciones insostenibles. A pesar de su promesa de defender los derechos de las víctimas, la demora en abordar públicamente un caso tan grave genera dudas sobre su verdadera convicción. ¿Por qué tardó tanto en expresar su apoyo a la denunciante? Este vacío inicial dejó espacio para el caos y la falta de control dentro de su propio gobierno.
  • Gestión errática y falta de liderazgo: Desde el inicio del escándalo, la reacción del gobierno ha sido desorganizada y llena de contradicciones. Boric, en lugar de actuar rápidamente para mostrar una postura firme, permitió que el caso se desarrollara sin un control claro, lo que evidenció una falta de liderazgo. La ministra del Interior, Carolina Tohá, y otras autoridades claves parecieron desconocer las maniobras de Monsalve dentro del Ministerio. La respuesta tardía y la falta de coordinación han alimentado la percepción de que el gobierno está más preocupado por contener el daño político que por buscar justicia para la víctima.
  • Un gobierno atrapado en sus propias crisis: A la ya debilitada administración de Boric, golpeada por constantes crisis de seguridad y falta de cohesión política, se le suma este escándalo que ha generado divisiones internas. La ministra Antonia Orellana expresó públicamente su incomodidad por no haber sido informada del caso a tiempo, y las tensiones entre el Frente Amplio y el socialismo democrático se han hecho más evidentes que nunca. En lugar de proyectar unidad, el gobierno se muestra fragmentado y poco capaz de manejar una crisis que podría haber sido contenida con una respuesta oportuna y decidida.
  • Manipulación de la PDI y el peligroso uso del poder: Las revelaciones sobre cómo Monsalve utilizó detectives de la PDI para acercarse a la víctima y posiblemente intimidarla antes de que la denuncia fuera pública son profundamente alarmantes. Este abuso de poder no solo cuestiona la integridad de Monsalve, sino también la capacidad del gobierno de controlar a sus propios funcionarios. La falta de acción decisiva por parte del Presidente Boric en este tema es particularmente preocupante, ya que deja entrever una permisividad hacia la corrupción y el abuso en las altas esferas del poder.
  • El costo político para Boric: Este caso no es solo una crisis de carácter judicial, sino también una grave amenaza para la estabilidad política del gobierno. Los sectores opositores, así como voces dentro de su propia coalición, han criticado duramente el manejo del caso. Diputados del PPD, como Raúl Soto, han señalado que “el peor enemigo del Gobierno y del presidente Boric, hoy, es el propio presidente Boric”. La falta de control y la constante improvisación política erosionan aún más la credibilidad de un gobierno que ya enfrenta serios problemas de gobernabilidad.

Video real obtenido de Redes Sociales/Fuente externa

La declaración “Yo le creo” de Gabriel Boric, lejos de ser un gesto auténtico de apoyo, parece más una estrategia tardía para frenar las crecientes críticas hacia su gobierno. La demora en abordar el caso Monsalve y las grietas que este ha revelado en la administración muestran a un Presidente reactivo, más preocupado por salvar la imagen de su gobierno que por actuar de manera coherente y decidida. La falta de liderazgo en este caso no solo ha debilitado su gestión, sino que también ha dejado a las víctimas en una posición de vulnerabilidad frente a un sistema de poder que, claramente, sigue fallándoles.