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Espías rusos se hicieron pasar por argentinos en una misión secreta en Eslovenia. Los hijos se enteraron en avión volviendo a Rusia

Ilustración espías contexto rusia Imagen generada con IA. Click para ampliar T
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El 1 de agosto de 2024, una familia rusa fue recibida por Vladimir Putin en el Aeropuerto Internacional de Vnukovo en Moscú. Los padres, que se habían hecho pasar por argentinos durante años, realizaron una misión de espionaje en Eslovenia. Sus hijos descubrieron sus verdaderas identidades solo durante el vuelo de regreso a Rusia.

Puntos claves:

  • Llegada a Moscú: La familia rusa, conformada por Anna Dultseva y Artem Dultsev y sus dos hijos, fue recibida por Vladimir Putin tras un intercambio de prisioneros. Los niños, de 12 y 9 años, desconocían su verdadero origen y quedaron sorprendidos al llegar a Rusia. El mandatario les dio la bienvenida en español, ya que los menores no hablaban ruso.
  • Misión en Eslovenia: Anna y Artem, bajo las identidades falsas de María Rosa Mayer Munos y Ludwig Gisch, se establecieron en Eslovenia en 2017. Anna dirigía una galería de arte virtual llamada “5′14 Art Gallery” y Artem una empresa emergente de tecnología llamada DSM & IT. Sin embargo, su verdadero objetivo era realizar labores de espionaje para Rusia.
  • Descubrimiento y arresto: Las autoridades eslovenas arrestaron a la pareja en diciembre de 2022 tras sospechas de espionaje. Durante la detención, encontraron grandes sumas de dinero en efectivo y equipos de comunicación encriptados en su residencia en Liubliana.
  • Vida en Eslovenia: La familia vivía en una casa de tres plantas en el barrio de Crnuce en Liubliana, la capital eslovena. Mantenían un perfil bajo y sus vecinos rara vez los veían recibir visitas. Los hijos asistían a un colegio privado que cobraba más de 10.000 dólares anuales por alumno, lo que levantó sospechas debido a los ingresos declarados por la pareja.
  • Identidades falsas: Anna y Artem se presentaban como una pareja argentina con hijos y una vida común en Eslovenia. Sus nombres reales eran Anna Dultseva y Artem Dultsev, y trabajaban para la inteligencia rusa. La galería de arte de Anna tuvo pérdidas en 2019 y pequeñas ganancias en los años siguientes, mientras que la empresa de tecnología de Artem también presentaba ganancias modestas.
  • Impacto en los hijos: Los niños no sabían que sus padres eran espías rusos. Descubrieron su verdadera identidad durante el vuelo a Moscú. No hablaban ruso y tuvieron que adaptarse rápidamente a su nueva realidad. En una entrevista posterior, Anna Dultseva reveló que sus hijos no reconocían el rostro de Vladimir Putin y que les fue difícil aceptar su nueva identidad.
  • Intercambio de prisioneros: El regreso de la familia a Rusia fue parte de un intercambio de prisioneros entre Rusia y potencias occidentales, el mayor desde la Guerra Fría. Este intercambio permitió que 24 personas volvieran a sus respectivos países, incluidos críticos del régimen de Putin.

Video real obtenido de Redes Sociales/Fuente externa

El caso de Anna Dultseva y Artem Dultsev no solo revela la complejidad y los sacrificios implicados en las operaciones de espionaje, sino también destaca la persistencia del espionaje en tiempos modernos. A pesar de parecer una práctica de otra época o de películas de espionaje, la realidad es que el espionaje sigue siendo una herramienta clave para países como Rusia, que busca influir y obtener información crucial en el escenario internacional. La globalización y la tecnología han modernizado estas operaciones, haciendo que los espías se adapten a nuevas identidades y contextos. Este caso subraya la necesidad de una vigilancia constante y cooperación internacional para detectar y prevenir actividades de espionaje, así como la reflexión si es realmente necesario mantener estas prácticas.